“¿Y si mis descendientes perdieran esa flor
por la declinación sin límites del alma,
por demasiada ocupación en hora efímera,
por demasiada juerga, o matrimonio con estúpidos?
Que esta escalera sinuosa y esta severa torre
Sean ruina sin tejado donde el búho
Haga su nido en la mampostería y grite
Al cielo desolado su desolación.”
Fragmento del Poema MIS DESCENDIENTES
W. B. Yeats
por la declinación sin límites del alma,
por demasiada ocupación en hora efímera,
por demasiada juerga, o matrimonio con estúpidos?
Que esta escalera sinuosa y esta severa torre
Sean ruina sin tejado donde el búho
Haga su nido en la mampostería y grite
Al cielo desolado su desolación.”
Fragmento del Poema MIS DESCENDIENTES
W. B. Yeats
Tomando como premisa la correspondencia en relación a los términos del patrimonio tangible de la Nación como Cuerpo y el patrimonio intangible de la Nación como Alma[1], puede asegurarse que gran parte de nuestra Alma se encuentra engavetada en los cajones tanto de los escritorios ministeriales así como en la de los investigadores y profesionales relacionados con la conservación y restauración en Guatemala.
Anualmente los pocos recursos destinados a los temas patrimoniales son invertidos en trabajos de investigación cuyos resultados no son publicados y si lo son su destino está lejos del alcance de la población, ya que los mismos son realizados desde un punto meramente técnico. Entonces ¿Cual es el punto de invertir recursos humanos y materiales en investigaciones cuyos resultados no llegan a la luz y al domino público?
Uno de los objetivos implícitos en el trabajo con el patrimonio es conservarlo, la médula de la conservación es la apropiación del bien por parte del propietario. No puede esperarse que exista apropiación por parte de la población si no conocen lo que debe de ser apropiado. Muchos bienes perecen debido a que los propietarios simplemente no entienden porque debe de conservarse, por lo que el tiempo avanza sentenciando al patrimonio con su paso implacable, porque sin la apropiación no hay conservación. Más aún, el problema inicia desde raíz cuando son registrados bienes tangibles e intangibles sin tomar en cuenta la opinión de la población, ya que se valoran los aspectos técnicos sobre los sociales.
Anualmente tesis, investigaciones, artículos y más son generados por técnicos pero a la postre el bien es reducido a una breve descripción en una hoja y su destino es una gaveta en un archivo, el tiempo simplemente le otorgará una capa de polvo que sellará su fin. Muchas de las investigaciones relativas a los bienes patrimoniales tienen este destino trágico, el trabajo técnico jamás es traducido a lecturas digeribles que puedan concientizar a la población o tan sólo informarle de su entorno inmediato.
Es imposible esperar que la riqueza de esos trabajos sobreviva, al manto de polvo y al encarcelamiento en un archivo, sin que como técnicos podamos traducir las palabras en acciones y ejecutar proyectos tomando en cuenta a la población. El celo por apropiarnos de la exclusividad de la información o el producto del arduo trabajo no asegura la conservación de nuestro patrimonio. El Cuerpo y Alma de la Nación pertenece a su población y no a los técnicos. Por lo que “para responder a las nuevas demandas socioculturales se impone la necesidad de coordinación en el desarrollo de políticas de creación y consumo cultural, que fomenten la cooperación entre el sector privado y el público”[2].
El Alma de Guatemala se diluye en cajones sellados, palidece día a día en el silencio. ¿Habrá alguna generación futura que pueda conservar ésta flor? Espero que alguna vez haya quien recuerde “la infancia, martirios de santos, nacimientos de Venus, plazas sangrientas de toros, sacrificios humanos, tierra roja de los ídolos”[3] que no se olvide a aquel que quiso “reunirlos en un aura de erotismo y de otra cosa, en donde la presencia de la muerte, que le es inseparable, pone abstracto designio de ternura y eternidad”[4] o caminante que cuente a las generaciones futuras de “la plaza, la catedral, sus palacios de arcadas con gruesas columnas; tres, cuatro vecinos la cruzan en distintas direcciones, con paso lento”[5].
Se requiere con implícita urgencia sacudir los cajones y quitar los candados impuestos por los asesinos del progreso para dar el soplo de vida a la moribunda Alma de Guatemala. Los asesinos del progreso llevan muchas máscaras, el caminante indiferente a su entorno, el técnico sin la preparación requerida para los temas patrimoniales, el trabajador que no agiliza los trámites protocolarios e interminables, el empleado sin pasión o interés por su trabajo, el catedrático que no innova en los temas y repasa año tras año el mismo libro, el vecino que se queja de todo y se compromete a nada, las máscaras son muchas pero el resultado es la inevitable pérdida del Alma de nuestra Nación. Las pérdidas de tal magnitud son irreparables y nuestros descendientes se verán condenados a vivir en un país subdesarrollado sin una identidad propia o la memoria del Alma que alguna vez poseímos como colectividad.
[1] Guatemala: Cuerpo y Alma. Breve diagnóstico de la Conservación del Patrimonio edificado de un país subdesarrollado
[2] La formación en la gestión turística del Patrimonio Cultural
El Impacto del Turismo en el Patrimonio Cultural
Nuria Sanz Gallego
[3] Pequeña sinfonía del nuevo mundo. Luis Cardoza y Aragón
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