“Constantemente ha sido objeto de reproche contra artistas y hombres de letras su falta de integridad y carácter completo en naturaleza. Como regla es necesario que sea así. La sola concentración de visión e intensidad de propósito que es la característica del temperamento artístico es en si misma una forma de limitación. Para aquellos que están preocupados con la belleza de la forma nada parece ser más importante. Aún así hay muchas excepciones a esta regla”
Pluma, lápiz y veneno
Un estudio en verde[1]
Oscar Wilde
Pluma, lápiz y veneno
Un estudio en verde[1]
Oscar Wilde
Oscar Wilde, notorio dandy[2] de finales del Siglo IXX, expresó su visión de la estética y el artista en sus obras y más importante aún en su vida privada. Si según lo planteado por Wilde uno de los muchos requisitos implícitos para el artista es su entrega total al arte. ¿Requiere esto que el artista pierda su compromiso como animal social? ¿Como artistas nos definimos como la excepción a esa regla en el arte guatemalteco hoy?
La dicotomía entre el arte y la política ha plagado la expresión artística a lo largo de la historia, este dilema es relevante especialmente en un contexto como el nuestro. La sociedad actual se encamina al consumismo desmedido de productos prefabricados e innecesarios, la identidad cultural parece languidecer cada día, especialmente hoy que el arte se dirige más a generar productos para el consumo de las masas y no a la expresión social y cultural de un colectivo.
La realidad actual de nuestra nación, teniendo en cuenta que vivimos las secuelas de un pasado histórico no muy lejano, nos fuerza a pararnos frente al micrófono, alzar el pincel, tomar la pluma y subir al escenario, no podemos darnos el lujo de hacer arte por el arte[3]. Las expresiones artísticas pueden ser una herramienta eficaz para desafiar al silencio y envenenar al sistema actual, en una época de paz y democracia donde no existe la libre expresión. Actualmente “gozamos” de una expresión regulada mas no libre. Cambiar fusiles por plumas, micrófonos, pinceles y escenarios, alzarnos en armas para expresar y dejar documentado la actualidad de éste país tercermundista mediante el arte debe de ser uno de nuestros objetivos como artistas hoy.
¿Por qué esperar que el sistema actual, con su clara arbitrariedad, nos proporcione esos foros de expresión o en dado caso los valide? No podemos esperar que los foros de expresión estén hechos y listos, hay que hacerlos hoy. La calidad y autenticidad de esos espacios le darán la validación a esos puntos como foros de expresión de ésta generación. Todo inicia con el germen del compromiso del artista con su entorno. Un artista con compromiso social es “un forjador con no malas u ordinarias capacidades, y como un sutil y secreto envenenador casi sin rival en ésta o en otra era”[4] genera la transformación de su entorno, la expresión artística se consolida como “el sonido de una voz que lo rompe todo”[5].
Para que esa transmutación del silencio al habla se desarrolle se requieren más actores. ¿Cómo público tendemos a gravitar hacia el arte que posee un contenido social y político? Existen artistas cuyo mensaje posee fuerte contenido, pero si el público es indiferente e intolerante, el mensaje del artista se queda en la obra y no llega al observador, por lo que no cumple su cometido. No podemos excluir de esto al público, al observador y el lector. Lo simbiótico del arte y el público es inmanente, un texto sin lector se queda siendo letra muerta, el lector le da vida al texto inyectándole el aliento vital para que el mensaje no sólo sea recibido, sino que tenga un impacto proyectándose así más allá del papel. El público es parte del arte, sin público el arte no tiene sentido. La indiferencia del público ante el arte con contenido es uno de los obstáculos hoy.
Si como público optamos por el arte, no sólo por su estética sino por su contenido, fomentamos así estos foros tan necesarios y la viabilidad de ésta forma de expresión. Entra en juego entonces la participación, diálogo, equidad de género, tolerancia y la apertura que se requieren del público para que el artista cumpla su cometido como portador de un mensaje, recreando así el papel del mítico Prometeo.
Esquilo evoca el destino del portador de la luz, señalando que existe una tragedia tácita en toda expresión comprometida a una causa justa. Así mismo al referirse al trágico desenlace del sacrificio de Prometeo nos recuerda que “con lamentarte por su desgracia no has de mejorar su sueste; mejor es, pues, que no te fatigues en balde”[6]. A la postre logra Heracles liberarlo tal como el mismo Prometeo afirmó ante Io, no sin antes haber sufrido siglos de encadenamiento y tortura, tras su liberación el soberbio Zeus sufre su doloroso e inevitable destino. ¿Podrá la libre expresión ser el fuego en estos tiempos de oscuridad? ¿Será uno de los frutos de esa semilla la aniquilación de los dioses?
Prometeo conocía a cabalidad las consecuencias de su actuar, ante lo cual prosiguió en concordancia con su sentir, sabía que el fuego debía bajar al hombre, el Titán asume su destino con plena responsabilidad. El artista guatemalteco debe entonces reconocer su papel en la sociedad actual y asumir la responsabilidad de su posición como figura pública, una voz en tiempos donde el impera el silencio.
Teniendo en cuenta lo imperativo de la expresión de la realidad social actual, con un público abierto a las expresiones de realidad, ya sean propias o alternativas a las suyas, se completan entonces los actores en el escenario. Seamos tierra fértil para la semilla que transmute la pasividad de la subyugada expresión de lo social y político mediante el arte en nuestro país, la semilla debe de sembrarse hoy.
[1] Pen, pencil and poison (Ensayo publicado 1891 dentro del libro Intentions)
Oscar Wilde
[2] El término dandy era asignado a la juventud de finales del Siglo IXX que define Oscar Wilde en su ensayo Pen, pencil and poison como “Este joven dandy buscaba ser alguien, y no de hacer algo. El reconoce que la Vida misma es un arte, y tiene sus modos de estilo no menos que las artes que buscan expresarlo”. Generalmente se distinguían por sus extravagantes guardarropas y accesorios, luciendo cabello largo, algo que para esa época era inaudito.
[3] Doctrina literaria que rehúsa la integración social o política del escritor y que hace de la perfección formal el fin último del arte.
[4] Pen, pencil and poison (Ensayo publicado 1891 dentro del libro Intentions)
Oscar Wilde
[5] Extracto de un poema del libro Ruido de fondo
Javier Payeras
[6] Prometeo encadenado
Esquilo