martes, 7 de abril de 2009

Hoy no es tiempo para ser un dandy…

Constantemente ha sido objeto de reproche contra artistas y hombres de letras su falta de integridad y carácter completo en naturaleza. Como regla es necesario que sea así. La sola concentración de visión e intensidad de propósito que es la característica del temperamento artístico es en si misma una forma de limitación. Para aquellos que están preocupados con la belleza de la forma nada parece ser más importante. Aún así hay muchas excepciones a esta regla
Pluma, lápiz y veneno
Un estudio en verde[1]
Oscar Wilde


Oscar Wilde, notorio dandy[2] de finales del Siglo IXX, expresó su visión de la estética y el artista en sus obras y más importante aún en su vida privada. Si según lo planteado por Wilde uno de los muchos requisitos implícitos para el artista es su entrega total al arte. ¿Requiere esto que el artista pierda su compromiso como animal social? ¿Como artistas nos definimos como la excepción a esa regla en el arte guatemalteco hoy?

La dicotomía entre el arte y la política ha plagado la expresión artística a lo largo de la historia, este dilema es relevante especialmente en un contexto como el nuestro. La sociedad actual se encamina al consumismo desmedido de productos prefabricados e innecesarios, la identidad cultural parece languidecer cada día, especialmente hoy que el arte se dirige más a generar productos para el consumo de las masas y no a la expresión social y cultural de un colectivo.

La realidad actual de nuestra nación, teniendo en cuenta que vivimos las secuelas de un pasado histórico no muy lejano, nos fuerza a pararnos frente al micrófono, alzar el pincel, tomar la pluma y subir al escenario, no podemos darnos el lujo de hacer arte por el arte[3]. Las expresiones artísticas pueden ser una herramienta eficaz para desafiar al silencio y envenenar al sistema actual, en una época de paz y democracia donde no existe la libre expresión. Actualmente “gozamos” de una expresión regulada mas no libre. Cambiar fusiles por plumas, micrófonos, pinceles y escenarios, alzarnos en armas para expresar y dejar documentado la actualidad de éste país tercermundista mediante el arte debe de ser uno de nuestros objetivos como artistas hoy.

¿Por qué esperar que el sistema actual, con su clara arbitrariedad, nos proporcione esos foros de expresión o en dado caso los valide? No podemos esperar que los foros de expresión estén hechos y listos, hay que hacerlos hoy. La calidad y autenticidad de esos espacios le darán la validación a esos puntos como foros de expresión de ésta generación. Todo inicia con el germen del compromiso del artista con su entorno. Un artista con compromiso social es “un forjador con no malas u ordinarias capacidades, y como un sutil y secreto envenenador casi sin rival en ésta o en otra era”[4] genera la transformación de su entorno, la expresión artística se consolida como “el sonido de una voz que lo rompe todo”[5].

Para que esa transmutación del silencio al habla se desarrolle se requieren más actores. ¿Cómo público tendemos a gravitar hacia el arte que posee un contenido social y político? Existen artistas cuyo mensaje posee fuerte contenido, pero si el público es indiferente e intolerante, el mensaje del artista se queda en la obra y no llega al observador, por lo que no cumple su cometido. No podemos excluir de esto al público, al observador y el lector. Lo simbiótico del arte y el público es inmanente, un texto sin lector se queda siendo letra muerta, el lector le da vida al texto inyectándole el aliento vital para que el mensaje no sólo sea recibido, sino que tenga un impacto proyectándose así más allá del papel. El público es parte del arte, sin público el arte no tiene sentido. La indiferencia del público ante el arte con contenido es uno de los obstáculos hoy.

Si como público optamos por el arte, no sólo por su estética sino por su contenido, fomentamos así estos foros tan necesarios y la viabilidad de ésta forma de expresión. Entra en juego entonces la participación, diálogo, equidad de género, tolerancia y la apertura que se requieren del público para que el artista cumpla su cometido como portador de un mensaje, recreando así el papel del mítico Prometeo.

Esquilo evoca el destino del portador de la luz, señalando que existe una tragedia tácita en toda expresión comprometida a una causa justa. Así mismo al referirse al trágico desenlace del sacrificio de Prometeo nos recuerda que “con lamentarte por su desgracia no has de mejorar su sueste; mejor es, pues, que no te fatigues en balde”[6]. A la postre logra Heracles liberarlo tal como el mismo Prometeo afirmó ante Io, no sin antes haber sufrido siglos de encadenamiento y tortura, tras su liberación el soberbio Zeus sufre su doloroso e inevitable destino. ¿Podrá la libre expresión ser el fuego en estos tiempos de oscuridad? ¿Será uno de los frutos de esa semilla la aniquilación de los dioses?

Prometeo conocía a cabalidad las consecuencias de su actuar, ante lo cual prosiguió en concordancia con su sentir, sabía que el fuego debía bajar al hombre, el Titán asume su destino con plena responsabilidad. El artista guatemalteco debe entonces reconocer su papel en la sociedad actual y asumir la responsabilidad de su posición como figura pública, una voz en tiempos donde el impera el silencio.

Teniendo en cuenta lo imperativo de la expresión de la realidad social actual, con un público abierto a las expresiones de realidad, ya sean propias o alternativas a las suyas, se completan entonces los actores en el escenario. Seamos tierra fértil para la semilla que transmute la pasividad de la subyugada expresión de lo social y político mediante el arte en nuestro país, la semilla debe de sembrarse hoy.


[1] Pen, pencil and poison (Ensayo publicado 1891 dentro del libro Intentions)
Oscar Wilde

[2] El término dandy era asignado a la juventud de finales del Siglo IXX que define Oscar Wilde en su ensayo Pen, pencil and poison como “Este joven dandy buscaba ser alguien, y no de hacer algo. El reconoce que la Vida misma es un arte, y tiene sus modos de estilo no menos que las artes que buscan expresarlo”. Generalmente se distinguían por sus extravagantes guardarropas y accesorios, luciendo cabello largo, algo que para esa época era inaudito.

[3] Doctrina literaria que rehúsa la integración social o política del escritor y que hace de la perfección formal el fin último del arte.

[4] Pen, pencil and poison (Ensayo publicado 1891 dentro del libro Intentions)
Oscar Wilde

[5] Extracto de un poema del libro Ruido de fondo
Javier Payeras

[6] Prometeo encadenado
Esquilo

Turismo o no turismo… ese es el dilema

La selva es un mundo de una belleza fascinante; es la piel del planeta, el ambiente húmedo donde se formó nuestra especie. Los sentidos humanos están hechos para funcionar allí, en el verde sedante del follaje, bajo la bulla de los pájaros y la temperatura óptima para la piel… Uno comprende allí que los mayas rompieron el apretado techo de caoba y chicozapotes para escrutar desde sus observatorios otro silencio igualmente profundo pero aterrador: el del cosmos incandescente.
Mario Payeras: Literatura y revolución[1]
Entrevista por Claudio Albertani



El camino es de casi tres horas mas allá del asfalto, se deja la carretera que va a Melchor y del cruce selva adentro, el polvo queda alborotado por el paso del pick up; una parada breve en Yaxha, la vista fugaz de la laguna y seguimos para adentrarnos. Los violentos golpes y deslices, el verde presente y permanente que se despliega con orgánica sutileza.

Una parada obligatoria, el pick up varado, hombres cansados y enlodados que empujan al vehículo sin resultado alguno. Camino fuera de la senda amorfa y me percato de unas hojas verdes y amarillas que yacen inertes en el lodo, al acercarme cobran vuelo, en realidad eran mariposas, cuyo camuflaje las hace pasar por hojas. Ese primer contacto marcó nuestra experiencia en esos días de selva[2], huellas frescas de jaguar en el camino, cocodrilos nadando en la laguna, serpientes sigilosas y coloridas, pequeños venados que apenas se dejan capturar por el lente, tortugas que atraviesan el camino bajo el sol desgarrante, lúcidos despliegues de la naturaleza viva.

Machete en mano (herramienta elemental para las expediciones aparte de la flor de caña y la tortilla de harina), abriéndonos paso a través del camino arisco y alargado, lo verde cobra espesor y holgura recordándonos con su majestuosidad, su absoluto dominio sobre el hombre en esos planos selváticos, dicen los peteneros que si uno se aparta 100 metros del camino se pierde para siempre, devorado por la madre selva.

Llega el final del camino, el río Holmul se revela en la timidez del verano y no dudan en señalarnos a los habitantes del mismo: cocodrilos. El campamento es pequeño y sencillo, posee lo elemental para la subsistencia durante una temporada de campo[3]. La respectiva hidratación, el descanso breve en las bancas de madera rolliza y la continuación de la exploración. La hueste de zancudos que nos escolta por el recorrido. Una vereda conduce a los visitantes que por inercia siguen adentrándose hasta llegar a la Plaza Central. El cansancio se evapora ante la belleza sublime de las líneas limpias, rítmicas y geométricas; ese fue nuestro primer encuentro con Nakum[4]. Su forma dista de otras Ciudades Mayas, Nakum se distingue por su belleza y singularidad. Pequeña, sencilla, con los elementos básicos e imperativos de una urbe maya (calzadas, templos, palacios, plazas, patios), pero excepcional desde su concepción, constituye un diamante alojado en un manto selvático que lo protege y conserva.

Los trabajos de restauración e investigación arqueológica llevan ya más de una década, y durante nuestra breve estancia, pudimos apreciar su valor estético, científico, histórico y natural. Desde su concepción toda ciudad maya esta intrínsecamente ligada a su entorno natural. Desde el color rojo (que predomina en muchos de los acabados, mismo que contrasta en oposición al verde inmanente en su entorno), la verticalidad de sus edificios, la ubicación de los mismos tomando ventaja de la topografía natural del terreno, los materiales requeridos para la edificación, todo aspecto de la ciudad está ligado a la naturaleza que la alberga.

Siendo ésta relación simbiótica, imperativa para su creación y por lo tanto para su subsistencia, no podemos evadir cuestionarnos:

¿Podrá el impacto del turismo en masa incidir de forma negativa en la ciudad maya y su entorno?

Sin una experiencia personal con los sitios arqueológicos y su entorno inmediato, la apropiación no será posible, la permanencia de un bien patrimonial depende de la apropiación. La apropiación de bienes como Nakum requiere un turismo ecológico, consciente, respetuoso y previsivo para establecer una convivencia armónica con el entorno, a fin que no incidir de forma negativa en el mismo. La fragilidad tanto del bien patrimonial así como de su entorno es clara, por lo que un turismo descuidado e impertinente romperá el equilibrio existente.

Los frutos de las arduas labores de restauración e investigación no deben de disiparse en los adentros de la selva, los valiosos trabajos deben de ser apreciados por la población a la que pertenece el bien patrimonial. La restauración enfrenta retos herculeanos, en una era donde el mercantilismo amenaza con volver los sitios arqueológicos en parques de diversiones prefabricados. Por lo que el dilema del turismo o no turismo constituye una de las primeras preguntas que todo restaurador enfrenta.

A la población solo le queda escoger que tipo de visitante desea ser: el que aprecia la realidad científica de una manera respetuosa o el que quiere ir a ver a una disneylandia guatemalizada. Sumado a esto, el peligro de que la compleja Alma de la Ciudad Maya se extinga, perdida en el olvido de las selvas u opacada tras las malas interpretaciones de guías de turistas que venden una imagen llamativa y alejada de la realidad científica.

La mayoría de sitios arqueológicos yacen bajo el silencioso manto verde, mientras los pocos restaurados e investigados enfrentan el dilema supracitado, no nos queda más que recordar el valor de la apreciación de un bien por parte de la población y de como:


Lo que amas de verdad, eso es tu herencia verdadera[5]


[1] Fragmento sobre poesía, las ballenas y la música
Mario Payeras

[2] Ejercicio Profesional Supervisado
Primer semestre 2004
Facultad de Arquitectura de la Universidad de San Carlos de Guatemala
Parque Nacional Yaxha-Nakum-Naranjo

[3] Las temporadas de campo en algunos proyectos de restauración constan de 22 días de labores y 8 días de descanso.

[4] Nakum, sitio arqueológico ubicado dentro del Parque Nacional Yaxha-Nakum-Naranjo, a 27 Km de la carretera que va a Melchor de Mencos, Peten. Alcanza su apogeo en el Clásico Tardío. Se especula que Nakum significa “Ciudad de las Ollas”.

[5] Extracto del Canto LXXXV. Ezra Pound

Con el Alma empolvada en cajones

“¿Y si mis descendientes perdieran esa flor
por la declinación sin límites del alma,
por demasiada ocupación en hora efímera,
por demasiada juerga, o matrimonio con estúpidos?
Que esta escalera sinuosa y esta severa torre
Sean ruina sin tejado donde el búho
Haga su nido en la mampostería y grite
Al cielo desolado su desolación
.”

Fragmento del Poema MIS DESCENDIENTES
W. B. Yeats


Tomando como premisa la correspondencia en relación a los términos del patrimonio tangible de la Nación como Cuerpo y el patrimonio intangible de la Nación como Alma[1], puede asegurarse que gran parte de nuestra Alma se encuentra engavetada en los cajones tanto de los escritorios ministeriales así como en la de los investigadores y profesionales relacionados con la conservación y restauración en Guatemala.

Anualmente los pocos recursos destinados a los temas patrimoniales son invertidos en trabajos de investigación cuyos resultados no son publicados y si lo son su destino está lejos del alcance de la población, ya que los mismos son realizados desde un punto meramente técnico. Entonces ¿Cual es el punto de invertir recursos humanos y materiales en investigaciones cuyos resultados no llegan a la luz y al domino público?

Uno de los objetivos implícitos en el trabajo con el patrimonio es conservarlo, la médula de la conservación es la apropiación del bien por parte del propietario. No puede esperarse que exista apropiación por parte de la población si no conocen lo que debe de ser apropiado. Muchos bienes perecen debido a que los propietarios simplemente no entienden porque debe de conservarse, por lo que el tiempo avanza sentenciando al patrimonio con su paso implacable, porque sin la apropiación no hay conservación. Más aún, el problema inicia desde raíz cuando son registrados bienes tangibles e intangibles sin tomar en cuenta la opinión de la población, ya que se valoran los aspectos técnicos sobre los sociales.

Anualmente tesis, investigaciones, artículos y más son generados por técnicos pero a la postre el bien es reducido a una breve descripción en una hoja y su destino es una gaveta en un archivo, el tiempo simplemente le otorgará una capa de polvo que sellará su fin. Muchas de las investigaciones relativas a los bienes patrimoniales tienen este destino trágico, el trabajo técnico jamás es traducido a lecturas digeribles que puedan concientizar a la población o tan sólo informarle de su entorno inmediato.



Es imposible esperar que la riqueza de esos trabajos sobreviva, al manto de polvo y al encarcelamiento en un archivo, sin que como técnicos podamos traducir las palabras en acciones y ejecutar proyectos tomando en cuenta a la población. El celo por apropiarnos de la exclusividad de la información o el producto del arduo trabajo no asegura la conservación de nuestro patrimonio. El Cuerpo y Alma de la Nación pertenece a su población y no a los técnicos. Por lo que “para responder a las nuevas demandas socioculturales se impone la necesidad de coordinación en el desarrollo de políticas de creación y consumo cultural, que fomenten la cooperación entre el sector privado y el público”[2].

El Alma de Guatemala se diluye en cajones sellados, palidece día a día en el silencio. ¿Habrá alguna generación futura que pueda conservar ésta flor? Espero que alguna vez haya quien recuerde “la infancia, martirios de santos, nacimientos de Venus, plazas sangrientas de toros, sacrificios humanos, tierra roja de los ídolos”[3] que no se olvide a aquel que quiso “reunirlos en un aura de erotismo y de otra cosa, en donde la presencia de la muerte, que le es inseparable, pone abstracto designio de ternura y eternidad”[4] o caminante que cuente a las generaciones futuras de “la plaza, la catedral, sus palacios de arcadas con gruesas columnas; tres, cuatro vecinos la cruzan en distintas direcciones, con paso lento”[5].

Se requiere con implícita urgencia sacudir los cajones y quitar los candados impuestos por los asesinos del progreso para dar el soplo de vida a la moribunda Alma de Guatemala. Los asesinos del progreso llevan muchas máscaras, el caminante indiferente a su entorno, el técnico sin la preparación requerida para los temas patrimoniales, el trabajador que no agiliza los trámites protocolarios e interminables, el empleado sin pasión o interés por su trabajo, el catedrático que no innova en los temas y repasa año tras año el mismo libro, el vecino que se queja de todo y se compromete a nada, las máscaras son muchas pero el resultado es la inevitable pérdida del Alma de nuestra Nación. Las pérdidas de tal magnitud son irreparables y nuestros descendientes se verán condenados a vivir en un país subdesarrollado sin una identidad propia o la memoria del Alma que alguna vez poseímos como colectividad.

[1] Guatemala: Cuerpo y Alma. Breve diagnóstico de la Conservación del Patrimonio edificado de un país subdesarrollado

[2] La formación en la gestión turística del Patrimonio Cultural
El Impacto del Turismo en el Patrimonio Cultural
Nuria Sanz Gallego

[3] Pequeña sinfonía del nuevo mundo. Luis Cardoza y Aragón
[4] Ibidem

[5] Ibidem

Testimonio de una Noche

Densos ríos subterráneos irrigaban capilarmente
el cuerpo de la metrópoli tendido en la noche,
ingrávido y translúcido tal un gran lagarto.

Pequeña sinfonía del nuevo mundo
Luis Cardoza y Aragón


Tenue es la luz del sol, se evapora en el horizonte y se pierde lánguidamente entre los edificios de la ciudad, constante y perezosa la noche se extiende, para rodearnos con su calidez. Esta noche soy poeta tomo el lápiz y papel y esbozo un autorretrato de mi ser. Soy guatemalteco, pertenezco a una generación post conflicto. Refiérame a ésta como una época después del CONFLICTO de mi nación, de mi familia, de mi propia sexualidad, de mi identidad como un latinoamericano que busca su lugar en el mundo. Éste es un tiempo de paz, una paz bañada en violencia y teñida de la sangre de una tierra que llora aún por el Pasado que “ya es muerto”, cuya esperanza es que “el Futuro es un feto”[1].

Vivo en un país sub-desarrollado al que las promesas políticas esbozan como “en vías de desarrollo”, pero a diario al transitar las calles veo las secuelas de las tiranías pasadas y contemplo sin querer los estragos de las tiranías futuras. La tierra que camino llora sangre, así que por la noche ofrendo a la Pacha Mama alcohol para curarle las heridas del corazón.

Soy uno más, un miembro de ésta generación, que por las noches se reúne a convivir, revivir, sonreír y sentir. Bajo el manto negro mi generación se congrega, lejos de los megatemplos del neoliberalismo, en el centro… el centro de nuestro universo. Cuando las luces neón se extinguen, las persianas metálicas al cerrarse como los ojos de gigantes de piedra cuando duermen, nos muestran los mensajes en grafitti de la protesta silenciosa, pero presente aún, palabras retorcidas que truenan en mi oído como los gritos que perecieron en gargantas revolucionarias ahogados por el dolor.

Aunque me defino y los defina con uno de los ismos (comunismo, socialismo, capitalismo, mercantilismo, feudalismo, tiranismo, feminismo, etc.), bebo del mismo vaso que mis coterráneos, me siento en las mismas mesas donde en realidad todos nos sentamos, porque en más de alguna ocasión, por azares del destino hemos caído a través de las cien puercas de la percepción.

Revoloteo como luciérnaga esparciendo mi luz por las noches del centro, mi centro. Soy una abeja escapada de la colmena que comparte su historia, como muchas de ellas, zumbea su cantar de una infancia perdida. Soy metalero, de playera negra que guarda el secreto de las obras de arte tatuadas en mi piel, porque es ésta como el libro que cuenta la historia de lo que vivo. Con moral y vaso en mano en la Cueva me bebo las historias imbuidas en las armonías de metales que nos traen el trueno de Odín.

Tengo Identidad, no de chapín sino de guatemalteco, aún así me identifico con lo que hay fuera de éste pequeño gran pueblo. Soy poeta, soy músico, soy atleta, soy humano, soy real, soy lesbiana, soy baletista y hasta un perro chovinista. Porto muchas máscaras, delicadas, traslúcidas pero distorsionadas ante el ojo poco entrenado, del observador que no se atreve a ver el trasfondo de ésta generación. Noche a noche nos reunimos y en la mesa discutimos, debatimos y reñimos de la sociedad, el hombre, el arte y la humanidad, buscando solución para los conflictos tan antiguos como las paredes que nos rodean.

En el pasaje mis hermanos de la chic boheme desfilan como gacelas esbeltas y erguidas, con un estilo propio, que no es más que la síntesis de lo de adentro y lo de afuera, colores contrastantes, trenzas, bufandas fosforescentes todos mezclados en figuras incandescentes que recorren el pasaje entre malabaristas, perros y trovadores. Nadamos juntos en sintonía de la música que solo puede ser percibida por un ente con conciencia y compromiso social.

Esta noche, alargada por mi vacilante y ebrio tránsito, en el pasaje fui testigo de cómo ella, una entre muchas, se desplegaba ante las luces de la disco improvisada en un pequeño bar, se abría como una orquídea ante su sociedad. Asimétrica y pura, su textura acanalada se ofrecía ante la oscuridad y así despertó recibida con un brindis por su generación. Chicos que besaban chicos, hombres besaban mujeres y a hombres también, una colectividad unida por un sentimiento de armonía en esta noche entonan juntos canciones que el tiempo les permitió apropiarse como parte de su historia individual.

Esta noche los señores feudales pagan, para bajar de sus tronos, por recorridos a través del centro para vernos. No sé si ignoran que lo que atestiguan, es la expresión de ésta generación que se manifiesta; verán solo la ropa, maquillaje y peinado si es que solo la superficie ponderan…. Una colectividad traslada su propia identidad no sólo en su apariencia y es que señores feudales lo que ustedes bajan atestiguar es la superficie de éste movimiento. Tras el velo de colores fosforescentes y figuras incandescentes existe una conciencia de una colectividad reducida, que sólo por el ojo del sabio observador puede ser percibida.

En una noche como esta, contemplo la exhalación que se escapa de sus labios y se transmuta en una forma fantasmal. Se eleva, parte de mi chispa, como vapor blanco que se pierde en la oscuridad de una noche más en mi Guatemala. Sabor a alcohol en mi boca, salgo a la noche que me envuelve y percibo que cada paso me lleva a profundizar en estas aguas, tonto será el que se pierda en su reflejo, proyectado en el espejo acuoso y difuso de esta generación. Pues el reflejo percibido en la superficie debe de ser comprendido como la proyección de su odiado yo. El reflejo se escapa para diluirse y es entonces mi cuerpo empieza a sumergirse.

Más allá de una noche, el presente nos muestra éstas profundas aguas que mi ser debe explorar, me invade el deseo de adentrarme en este mar primordial. Esta generación es como un mar con olas caprichosas, violentas y gigantescas, conmovedoras y grotescas, cuerpo de agua tan profundo del que solo hemos percibido la superficie, simplemente su faz.


[1] Poema 07
Luna Park
Luis Cardoza y Aragón

La Rentabilidad de Nuestro Patrimonio

“Hoy en día la gente sabe el precio de todo y el valor de nada”
El Retrato de Dorian Gray
Oscar Wilde



En un país donde el mercantilismo y el capitalismo están a la orden del día, rigiendo los procesos económicos, además del muy presente feudalismo, el ser poseedor de un bien patrimonial se convierte en un lujo que muchos propietarios no pueden costear.

Por lo que, el valor cualitativo del bien (la excepcionalidad que lo hizo acreedor de titulo de bien patrimonial de la nación) se ve relegada al segundo plano, siendo el valor cuantitativo (su precio) el protagonista ante los ojos del propietario, que indeciso frente a la disyuntiva de valor y precio se cuestiona: es rentable el patrimonio?

La rentabilidad de un bien patrimonial es de mucha importancia, en una era donde la frase “todo tiene un precio” es parte de nuestro vocablo, en un contexto como el nuestro, donde los precios exorbitantes de la canasta básica y la globalización hacen del patrimonio un lujo y una obligación.

Como técnicos es imposible determinar el precio de un bien patrimonial, que por definición posee un valor excepcional, por lo que no tiene precio. Pero a diario éstos inmuebles son alterados y destruidos por propietarios que simplemente no pueden costear su mantenimiento. Recordemos que “la conservación de monumentos implica primeramente la constancia en su mantenimiento”[1] y cuando el propietario no puede costear dichas intervenciones, acaece la lánguida destrucción del inmueble.

Partiendo de éstos casos particulares, donde hablamos de un solo bien patrimonial, podemos proyectarnos al Conjunto de Bienes Patrimoniales, en los cuales la pérdida de uno solo implica la alteración de todo el conjunto. Como ejemplo tenemos ciudades como Quetzaltenango, Antigua Guatemala, Huehuetenango, La Isla de Flores, Tikal, Yaxha, Aguateca, Waka Perú y otras que aunque no poseen relación temporal entre sí, en sumatoria constituyen el legado patrimonial de nuestra memoria histórica. El tiempo mismo y su singularidad las han convertido en el patrimonio de nuestra cultura, de nuevo la palabra invaluable surge cuanto hablamos de patrimonio.

Para muchos la rentabilidad de un bien proviene de la cantidad de dinero que el mismo genera, premisa que empuja a muchos propietarios y restauradores a encaminar la restauración a una versión caricaturalizada de lo que constituye patrimonio. Por tanto el patrimonio se tergiversa en la versión turística y atractiva, alejando a los proyectos de la concepción original del inmueble o conjunto, forzando la imagen del mismo, creando así una imagen desvirtuada que tiene como producto “lo que se espera que el turista vea”.

Para muchos el crear una realidad alternativa y no científica genera esa rentabilidad esperada de un inmueble patrimonial. Las necesidades de la población han provocado gran presión sobre el patrimonio por lo que es necesario “proteger los recursos patrimoniales y promover prácticas más adecuadas de conservación e interpretación de los mismos”[2].

Las expectativas irreales del turista (interno o extranjero) tienen una incidencia directa en el patrimonio. Se necesita por tanto el equilibrio de la autenticidad de los Conjuntos Patrimoniales (mantenida por los restauradores) y la valorización de las características cualitativas de los bienes (apreciadas por parte de la población guatemalteca).

En casos puntuales, muchos propietarios optan por abandonar sus inmuebles y rentarlos para uso de comercio, lo que resta al conjunto la autenticidad de una ciudad habitada. Por lo que los Centros Históricos se convierten en corazones muertos (centros que son transitados de día pero abandonados de noche). Esto pone en peligro el patrimonio intangible de la ciudades, volviéndolas centros comerciales, en donde el visitante aprecia los productos guatemaltecos mas no la cultura de éste país.

En respuesta del abandono de las ciudades, ya que sus pobladores que buscan un ingreso alternativo, las autoridades han impulsado el uso residencial en algunos Conjuntos Históricos tratando así de asegurar “su continuidad vital, con tal de que el destino moderno respete el carácter histórico y artístico de la obra”[3]. Pero la mayoría de Conjuntos Históricos carecen de la reglamentación y los incentivos para motivar a la población a habitar sus inmuebles y no convertirlos en comercio. Una ciudad con inmuebles patrimoniales debe albergar una mejor calidad de vida para sus habitantes, dándonos así una lectura de su historia, mediante su arquitectura y la sociedad a la que representa. Su carácter como centro de atracción turística no debe anteponerse a los intereses de la población que alberga.

Actualmente muchos apuestan por la premisa que el desarrollo guiado por la cultura sí es rentable. Para ello se necesita de la conciencia colectiva, la valoración del bien patrimonial como tal y dejar atrás la imagen de lo que vende para el turista. La autenticidad del patrimonio está en grave riesgo, se encamina a pasos agigantados a perecer ante la globalización que consume la identidad nacional. No nos queda más que generar proyectos auténticos y apegados al valor del bien, además se ser una población que aprecie su cultura por lo que es: excepcional y única. Estas premisas harán del patrimonio algo rentable y autentico.


[1] Artículo 4
Carta Internacional Sobre la Conservación y Restauración de Monumentos y de Conjuntos histórico-artísticos
Carta de Venecia ICOMOS
1964

[2] Cultura y Educación 1.10
Nueva Carta de Atenas
Normas del Consejo Europeo de Urbanistas (C. E. U.) para la planificación de ciudades
1998

[3] Resolución No. 2
Carta de Atenas
Conferencia de Atenas
1931

Breve diagnóstico de la Conservación del Patrimonio edificado de un país subdesarrollado

Guatemala es, sin lugar a dudas, un pequeño país en vías de desarrollo. Aún siendo pequeño alberga una historia que se remonta a la época antes de Cristo. Por lo que hasta ahora podemos encontrar en estas tierras patrimonio edificado de diversas épocas y culturas. Podría decirse entonces que Guatemala es un Jardín que alberga flores y frutos de diversas especies. Este jardín ha dado frutos desde épocas remotas y con la venida de los Conquistadores fue tan fértil ésta tierra que pudieron florecer en ella nuevas especies foráneas, pese al agobiante clima social de esos tiempos. Nuestro pequeño jardín generó, aún ante el choque violento de dos culturas, especies propias.

Para los materialistas todo lo edificado (el fruto del jardín) constituye el “cuerpo” del país, el patrimonio tangible es fácilmente identificado por la población. Dentro de esto es el cuerpo del país lo que conocemos como patrimonio edificado. Subyacente y aún así perceptible el “alma”, constituida por el patrimonio intangible, que aunque invisible y silenciosa, está presente no solo en las ciudades sino en todos los hogares de Guatemala.

Por lo que Guatemala tiene cuerpo y alma fusionadas en lo que llamaremos en conjunto: Patrimonio de la Nación. En respuesta a la riqueza de nuestro pequeño jardín, en 1946 se crea el Instituto de Antropología e Historia[1] (IDAEH), el Jardinero hace su primera aparición. A partir de 1970[2], año en que el IDAEH realiza un listado de inmuebles de la Nación, que eventualmente conformarían el primer listado de Bienes Patrimoniales, se identifica el patrimonio tangible que debe de Conservarse. Este listado abarca gran parte de nuestro país, por lo que en el Jardín se empiezan a identificar las especies que deben de cuidarse.

A partir de entonces, se realizan estudios más minuciosos de las especies de nuestro jardín, estudios que pronto se adentrarían más en él y que eventualmente se traducirían en la definición de lo que hoy conocemos como Conjuntos Históricos. Al identificar, mediante investigaciones, la riqueza del cuerpo de Guatemala, habría la necesidad imperativa de crear instrumentos para la protección del mismo. El registro de bienes patrimoniales constituye el primer acercamiento del jardinero al fruto que desea proteger.

Pero la conservación no se limita al registro de bienes patrimoniales. La conservación de un inmueble se basa en el mantenimiento constante del mismo. Por lo que paralelo a la identificación y catalogación de un inmueble como patrimonio es imperativo el mantenimiento del mismo a fin de asegurar su conservación. En términos claros podemos apreciar la belleza del jardín pero sumado a eso, el mantenimiento del mismo es vital a fin de que podamos recoger los frutos esperados.

El Jardinero necesitaba instrumentos para la protección de los frutos. Las leyes, constituyen una de las muchas herramientas del jardinero, que busca conservar y regular toda actividad dentro del jardín. La base de la legislación de los temas patrimoniales puede ser encontrada en la Constitución Política de la República de Guatemala[3], pero la gran diversidad hacía apremiante la reglamentación del patrimonio (que vendría en 1998 con la Ley para la Protección del Patrimonio cultural de la Nación[4]) y con reglamentos específicos (Ley Protectora de la Ciudad de la Antigua Guatemala 1969, Reglamento de Funcionamiento del Parque Nacional Tikal 1957, Reglamento para la protección y Conservación del Centro Histórico y los Conjuntos Históricos de la Ciudad de Guatemala 2000).

Muchos frutos se han perdido en nuestro jardín, lamentablemente no contamos con el financiamiento suficiente para mantener todo lo que poseemos. El brazo corto del jardinero no basta para cuidar todo el jardín. El interés por la riqueza nacional ha traído proyectos internacionales que han contribuido al mantenimiento del cuerpo de nuestra nación. Queda aún mucho por explorar y estudiar dentro de Guatemala. La abundancia de flores y frutos yace bajo el manto silencioso de la burocracia y la escasez de recursos, que merman el mantenimiento de nuestro preciado patrimonio.

Hoy en día Tikal, Antigua, Xela y el Centro Histórico son productos de exportación, el cuerpo mediante el cual somos conocidos afuera de nuestro pequeño país subdesarrollado. Pero aún hay más por explorar y conservar.

Al realizar un diagnostico del cuerpo de nuestro país, podemos aseverar que muchos de los frutos del jardín se han perdido. Estas pérdidas son claramente significativas, ya que tras las selvas más profundas muchos monumentos han colapsado llevándose consigo parte del alma de nuestro país. La falta de recursos de nuestro gobierno, su ubicación remota, la falta de interés por su rescate, la negligencia de muchas autoridad y otros factores, han producido que éstos frutos vuelvan a la tierra que los vio nacer, dejándonos sin evidencia alguna de su riqueza patrimonial.

Más peligrosos e inadvertidos los frutos podridos del jardín que permanecen de pie. Estos frutos son resultados de proyectos que se alejaron de lo científico para adentrarse a una ficción corrompida, por lo que sólo pocos pueden identificarlos por lo que son: idealizaciones falsas de nuestro patrimonio. Los mismos constituyen productos que tienen como objetivo “atraer turismo” y hacer del patrimonio algo “rentable”.

Por último, el cuerpo más valioso y extenso: el patrimonio edificado que permanece. Aún tenemos casas por conservar, pueblos por re-valorizar, sitios arqueológicos que rescatar y es aquí donde nosotros como poseedores del jardín debemos intervenir. Solo la apropiación de nuestro patrimonio puede hacerlo permanecer. El valioso vínculo población-patrimonio, es lo único que puede salvar lo que queda de nuestro patrimonio edificado. Debe existir un compromiso como nación para salvaguardar nuestro patrimonio, compromiso en el cual Estado-población tengan el mira el mismo fin: conservar nuestro hermoso jardín.

[1] Acuerdo Gubernativo No. 22 Guatemala, 23 de febrero de 1946

[2] Acuerdo No. 1210. Acuerdo de Creación de Zonas y Monumentos Arqueológicos
Históricos y Artísticos de los Períodos Prehispánico e Hispánico
Guatemala, 12 de Junio de 1970. Ministerio de Educación

[3] Título II Derechos Humanos, Capítulo II Sección Segunda Cultura, Artículos 57° - 65°

[4] Decreto 26-97 reformado por el Decreto Número 81-98

De la Urbe, El Patrimonio y el Nuevo Animal Público

“En las calles de la Ciudad
Es todavía pleamar,
Pero las gárrulas olas de la vida
Refluyen y se separan
Con su millar de incidentes
Examinados y debatidos:
Esta es la hora que esperábamos.

Ésta es la hora de la verdad
En la que la vida se justifica
Los mares de la experiencia
Tan extensos y profundos
Tan cercanos y hondos,
De repente se quedan en calma
Tú dirás lo que quieras,
A mí me aterra una paz semejante
Esto es todo lo que hay”

Silencio
T. S. Eliot
1910



En una era donde la globalización y el mercado libre amenazan a la convaleciente identidad nacional, la palabra Patrimonio en Guatemala esta siendo relacionada con largos y costosos procesos burocráticos ajenos a la población a la que atañen. Es clara la relación simbiótica Ciudad – Transeúnte pero actualmente muchos de los procedimientos, reglamentos y lineamientos relativos al urbanismo y al patrimonio no son mas que torpes intermediarios para los procesos urbanos actuales.

Se habla de bienes patrimoniales de la República de Guatemala, pero hasta ahora la población desconoce mucho del trabajo realizado desde los años 70 del siglo pasado en los campos de arquitectura, arqueología así como del fruto del mismo. Más importante aún, al adentrarse en el campo de la patrimonialidad de los bienes tangibles e intangibles, la población desconoce las implicaciones legales de la declaración como patrimonio de los mismos.

Utópicamente la declaración de un bien como patrimonio implica que el mismo deja de pertenecer a un propietario y pertenece a todos. Pero la realidad nos apunta al hecho de que el propietario asume responsabilidades legales y económicas en las que, en la mayoría de los casos, sus recursos limitados convierten al bien en una carga insoportable. El propietario desconoce sus derechos, el derecho a petición y a la asesoría del proyecto que plantea. Pese a que los hipotéticos protectores y cumplidores de la ley no posean los suficientes recursos para aportar más a la población si poseen la obligación de atender a sus peticiones. Más importante aún tienen la obligación de darle a conocer al propietario la aprobación o el rechazo del proyecto especificando el por qué del dictamen emitido.

Sumado a esto la valorización asignada al bien, en cuanto a su valor como patrimonio (valor cualitativo) o su valor material (valor cuantitativo), proviene de los técnicos asignados por las instituciones y no por la población misma. Lo que nos hace cuestionar la ética de imponer limitantes rígidas a una población que no posee la viabilidad de cumplirlas o más aún que no posee la apropiación e iniciativa para llevarlas acabo.

El brazo corto de los hipotéticos protectores del patrimonio no es suficiente para cubrir las lagunas existentes tanto en la legislación relativa al patrimonio como en las ineficiencias relativas a la aplicación de la misma, como por ejemplo: en la práctica muchos de los propietarios de los bienes patrimoniales desconocen en primer lugar que el bien “de su propiedad” es patrimonio cultural[1] cuando de acuerdo a la letra muerta debería informárseles de éste hecho ya que el mismo tiene implicaciones legales.

En vista del contexto actual de la Urbe, el patrimonio y su población es imperativo el surgimiento de un Nuevo Animal Social[2]. Defínase el Nuevo Animal Social, como el animal público (esbozado por Manuel Delgado), en nuestro contexto guatemalteco, que además de transeúnte es partícipe de los procesos urbanos a nivel social, político y estético. Por lo que, el Nuevo Animal Social puede, mediante su iniciativa, intervenir en esos “espacios” aún “vacíos”, siendo capaz de trasladar su experiencia individual a nivel colectivo generando el cambio, hoy en día tan necesario, de los procesos urbanos en Guatemala. Paralelo al desarrollo de la urbe el surgimiento de este Nuevo Animal Social es imperativo y fundamental, el mismo debe emerger como un ente pensante con un compromiso social, político y estético.

Son pocos los foros y los espacios donde los trabajos, relativos al patrimonio, sean presentados (más allá de los cócteles y las inauguraciones) a la población a la que atañen dejando claras consecuencias de la protección y conservación de los bienes. Por lo que la población no puede más que sentir la imposición de categorías y declaratorias, privando así a los pobladores del albedrío de determinar el futuro de “su patrimonio”. Por tanto se plantea la necesidad de que éstos procesos sean participativos multilaterales, involucrando así a técnicos multidisciplinarios y a la población que alberga el bien. Es clara la necesidad de la intervención por parte de sociólogos y antropólogos en el proceso de categorización y protección de bienes patrimoniales en nuestra sociedad, y en cuanto a la puesta en práctica de la legislación relativa al urbanismo y conservación se refiere muy necesaria.

El transeúnte no puede permanecer indiferente ante los cambios que se avecinan, debe de interesarse tanto en los lineamientos de la ciudad como de la patrimonialidad del entorno. La entrada en vigencia del Plan de Ordenamiento Territorial (POT) implica nuevas restricciones para la población, pero a su vez, se proyecta como la oportunidad para que este Nuevo Animal Social tome parte más activa de los procesos urbanos, que son parte integral de su cotidianidad. El POT nos trae la oportunidad para que ese Nuevo Animal Social sea observador de éste proceso, pero la interrogante continúa: Cómo podrá éste ser partícipe del proceso urbano en Guatemala hoy? Las limitantes impuestas a la población, relativas al manejo de la urbe y el patrimonio, pueden ser una oportunidad para el Nuevo Animal Social de conocer más acerca del manejo de la urbe y el patrimonio nacional?

El caminante recorre la urbe guiado por sueños, pensamientos, sentimientos y otros etc, sin él la ciudad carece de sentido y razón. Sin la apropiación todo inmueble patrimonial no posee el valor que amerite su conservación, premisa aplicable a un inmueble y al conjunto mismo. Por lo que la relación simbiótica ciudad-transeúnte está implícita. Ya sea que la urbe sea patrimonio declarado o no constituye parte de su ser. El proceso de apropiación por parte de la población es la médula que da sentido al proceso de Desarrollo, Conservación y Restauración de la Urbe.

Todo espacio generado por el caminante hoy constituye el patrimonio del mañana.

La ciudad del presente es el patrimonio del futuro.

[1] Artículo 26, Ley para la Protección del Patrimonio Cultural de la Nación, Decreto 26-97 (Reformado
por el Decreto Número 81-98).

[2] “Transitar las urbes” Mario Castañeda - Guatemala, 5 de enero de 2008
www.albeldrío.org